Por: Jaime Araujo
Alerta, alerta vallenato
Mira que hay viene la guajira
…Que el gran desierto se avecina
…el pasto verde que hay en tu región
Será cambiado por tuna y cardón
(Canción la profecía: Julio Oñate)
COP es el acrónimo de las Conferencias de las Partes y el principal órgano decisorio de las convenciones resultado de la histórica Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Río de Janeiro (Brasil), que se plasmó en tres convenciones: hace tres décadas, en 1994, firmaron la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, en París, junto con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992, New York) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (Río 1992).
CALI
La COP 16 de Cali, de biodiversidad, cuyo objetivo era la conservación de la vida sobre el planeta; este evento era crucial para la conservación de la biodiversidad global y la implementación del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal; pero solo 44 de los 196 países miembros presentaron sus estrategias nacionales de conservación. Uno de los logros fue la creación de un órgano subsidiario para la inclusión de comunidades étnicas en las decisiones climáticas. Además, se subrayó la importancia, no solo los bosques y selvas, de todos los ecosistemas en la captura de carbono y la seguridad alimentaria; no menos importantes son los pastizales naturales, las estepas o los ambientes marino-costeros, para solo mencionar algunos
La lucha contra la sexta extinción masiva, como se ha llamado al ciclo que estamos atravesando, requiere esfuerzos y trabajos que tienen un alto costo. Si queremos detener y revertir sus efectos, conociendo que lo que se gasta en mantener un ambiente sano se ahorra al evitar desastres naturales, sequías extremas, inundaciones, y por lo mismo, hay que destinar recursos e invertir en ello. Desafortunadamente no se ha definido un modelo de financiamiento para el plan de protección de la biodiversidad, ni identificación de las fuentes de recursos, los mecanismos de acceso y de ejecución. Los cálculos indican que para la implementación del Marco Mundial se requieren 700.000 millones de dólares. Tampoco se concretó el del mecanismo de monitoreo para medir los avances de los países en la protección de la biodiversidad.
BAKU
La COP 29 de Bakú, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático era crucial para abordar la crisis climática global y se centraba en la financiación climática, con el objetivo de triplicar los fondos para los países en desarrollo. Arrancó con una demanda central: cómo financiar a los países más pobres y que menos contaminan a sobrevivir a eventos extremos, que emiten menos gases contaminantes, pero sufren más las consecuencias del calentamiento. Prueba de ello, son sus problemas de salud.
El 21 de noviembre se publicó el borrador del acuerdo alcanzado, que no cumplió con las expectativas que se tenían de este encuentro. En el texto del acuerdo quedó consignada la suma objetivo de 300.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2035, que es claramente insuficiente, y que elude la responsabilidad de los países que históricamente han emitido mayores cantidades de gases de efecto invernadero.
El objetivo principal era reemplazar el monto actual de 100.000 millones de dólares por año, para ayudar a los países en vías de desarrollo a frenar las emisiones de gases invernadero, a abandonar los combustibles fósiles y a adaptarse al calentamiento global. Hubo dos grandes puntos de conflicto: qué países deberían pagar los gastos y cuál sería el monto del fondo financiero. Los países en desarrollo presionaron para recaudar al menos un billón de dólares al año, pero los países industrializados, dijeron que para recaudar dinero necesitan la participación del sector privado.
Los países de bajos ingresos están sufriendo inundaciones, sequías, olas de calor, tormentas y un aumento del nivel del mar cada vez más extremos, y no tienen los recursos para hacerles frente. Los países desarrollados son responsables de la mayoría de las emisiones históricas que provocan el calentamiento del planeta. Se espera que para 2050 el cambio climático cause daños por valor de 38 billones de dólares en todo el mundo. Es solo retórica la esperanza de que se avanzará hacia los 1,3 billones de dólares, a través de "donaciones e instrumentos que no generen deuda".
En relación con los mercados de carbono, los países aprobaron los artículos 6.2 y 6.4 del Acuerdo de París, donde se aborda el comercio entre naciones y la creación de estándares para un mercado de carbono centralizado bajo las Naciones Unidas, que debe ser transparente, pero no se establecieron sanciones para quienes no cumplan con estos estándares. Aspectos como la disminución del uso de combustibles fósiles, los avances en el programa de trabajo de mitigación, el fondo de adaptación, el fondo de pérdidas y daños fueron atenuados y/o pospuestos. Respecto al programa de trabajo en transiciones justas, no se alcanzó ningún acuerdo.
El objetivo principal del Acuerdo de París es mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 grados Celsius en comparación con los niveles preindustriales, y esforzarse por mantenerlos por debajo de 1,5 grados. Sin embargo, las emisiones globales de CO2 procedentes de los combustibles fósiles alcanzaron nuevos máximos este año, que según se prevé será el más caluroso jamás registrado.
Como en las conferencias anteriores, hubo fuertes críticas a la presencia de más de 1.700 lobistas del petróleo y el gas.
RIAD
En el momento en que escribo, todavía se está desarrollando la convención contra la desertificación. Sin una tierra sana no hay vida. La tierra, es la base de las economías locales, nacionales y mundiales; alimenta, viste y da cobijo a la humanidad, proporciona puestos de trabajo, mantiene los medios de subsistencia, ayuda a regular el clima y es esencial para la biodiversidad.
A pesar de su importancia para la vida tal y como la conocemos, hasta el 40% de la tierra del mundo está degradada, lo que afecta a unos 3200 millones de personas; es decir, más de un tercio de la población mundial.
Desde las montañas deforestadas de Haití hasta la desaparición gradual del lago Chad en el Sahel y la desecación de tierras productivas en Georgia, la degradación de la tierra afecta a todas las partes del mundo.
Unos 100 millones de hectáreas de tierras sanas y productivas, una superficie del tamaño de Egipto, se degrada cada año debido a la sequía y la desertificación, provocadas principalmente por el cambio climático y la mala gestión de la tierra. Los suelos de estas tierras, que pueden tardar cientos de años en formarse, se están agotando, a menudo a causa de condiciones meteorológicas extremas.
Las sequías golpean con más fuerza y frecuencia, y se prevé que tres de cada cuatro personas en el mundo sufrirán escasez de agua en 2050. Debido al cambio climático, las temperaturas están aumentando lo que provoca fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, que se suman al reto de mantener la productividad de la tierra.
Hay pruebas claras de que la desertificación de la tierra está interconectada con retos medioambientales más amplios como el cambio climático.
Los ecosistemas terrestres absorben un tercio de las emisiones humanas de CO2, el gas que impulsa el cambio climático. La mala gestión de la tierra amenaza esta capacidad crítica, comprometiendo los esfuerzos para frenar la liberación de estos gases nocivos.
La deforestación, que contribuye a la desertización, va en aumento, y solo el 60% de los bosques del mundo siguen intactos, por debajo del «objetivo seguro del 75%».
CONCLUSIÓN
El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la desertificación están interconectados y debemos abordarlos conjuntamente ¿Será que podemos olvidarnos que sin tierra fértil, biodiversidad, sin flora y fauna la vida en el planeta Tierra tampoco es posible aunque logremos evitar el aumento de la temperatura global?
Lo que falta es voluntad política ya que la humanidad tiene los conocimientos y el poder para devolver la vida a la tierra, convirtiendo la degradación en restauración. La Convención afirma que para «lograr un objetivo estratégico», es necesario restaurar 1500 millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030.