Por: Jaime Araújo Rentería
Ex magistrado de la Corte Constitucional de Colombia y del Consejo Nacional Electoral.
En un momento como este, con experiencias de gran sufrimiento de tantos seres humanos en Palestina o los familiares de los desaparecidos en los hornos crematorios en Norte de Santander (crímenes perpetrados por el paramilitarismo), pareciera que no hay espacio para hablar del sufrimiento de los animales. Sin embargo, existe una diferencia: esas personas pueden hacer oír su voz directamente, individual o colectivamente. En cambio, nuestras hermanas las ballenas, necesitan que nosotros hagamos oír su voz.
Por esa razón, tenemos que referirnos a la odisea, el sufrimiento y los peligros que enfrentan, con la construcción de una base militar en la isla Gorgona, las ballenas jorobadas, las tortugas marinas, los delfines moteados, los lagartos azules, los murciélagos fruteros, los monos capuchinos, las denominadas serpientes corales gorgona y la rica variedad de insectos que habitan la isla; a los que les causamos dolor construyendo en su hogar una base militar, que probablemente termine en manos de una potencia extranjera, que ya tiene 7 en Colombia. Especialmente con la cimentación de los pilotes de un muelle que se adentra por el mar 182 metros para albergar a las embarcaciones militares de los infantes y oficiales de marina colombianos y posiblemente de otros países. Seres vivos que serán objeto de las radiaciones emitidas por un moderno radar de banda x que se instalará sobre el Cerro La Trinidad de 320 metros sobre el mar, que emitirá permanentemente 9,14 Gigahercios, una radiación ionizante con suficiente energía para dañar el ADN y causar cáncer, por la absorción de la radiofrecuencia en los tejidos blandos, según lo documentan la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud y el Instituto Nacional del Cáncer de los Institutos Nacionales de la Salud del Gobierno de Estados Unidos.
Las hermanas ballenas, en su recorrido entre el Ártico y la Antártida, pasan por las Islas Malvinas, viven en el mar Pacífico colombiano entre agosto y diciembre, después de 8 mil kilómetros de travesía marina; copulan en el verano de la zona tórrida en las que utilizan “cortinas de burbujas”, trucos para desorientar a los contrincantes y pasean por santuarios de flora y fauna como Nuquí, Málaga e isla Gorgona. Las playas de Gorgona son las sala-cunas en donde nacen y son amamantados sus ballenatos, también reciben sus primeras lecciones de vida hasta el destete. Llegan mayoritariamente al Parque Nacional Natural Gorgona, declarado como tal en noviembre de 1983 por el entonces Instituto Nacional de Recursos Naturales. La isla Gorgona es uno de los dos territorios que emergen en la plataforma marina colombiana sobre el mar Pacífico.
Antes de que el filósofo Peter Singer publicara su obra Liberación animal, que ha ejercido una influencia decisiva en las organizaciones que luchan por los derechos de los animales. Muchos años antes ya Jeremy Bentham, su mentor filosófico, se había opuesto a la esclavitud de su época, con un argumento similar: que los esclavos también sentían dolor como sus amos. Peter Singer acepta la justificación de la existencia de los derechos con base en principios utilitaristas, especialmente mediante la aplicación del principio de minimización del sufrimiento. En su obra Liberación animal se opone a lo que denomina especismo: discriminación a un ser vivo por el solo hecho de pertenecer a una determinada especie. Defiende el derecho a una igual consideración de todos los seres capaces de sufrir.
Finalmente, queremos recordar tres (3) descubrimientos científicos que deberían hacer a los seres humanos más humildes y más comprensivos de sus hermanas las ballenas jorobadas. El primero que acabó con la idea de que la tierra era el centro del universo y que el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza, era el centro del mismo. Fue la obra de Nicolás Copérnico en la que formuló la teoría heliocéntrica del sistema solar, concebida en primera instancia por Aristarco de Samos, un antiguo astrónomo griego que formuló tal modelo unos dieciocho siglos antes, que se oponía al geocentrismo, que colocaba en el centro del universo a la Tierra. El heliocentrismo es un modelo astronómico según el cual la Tierra y los planetas se mueven alrededor del Sol que es quien está en el centro del universo (o de nuestra galaxia). El segundo descubrimiento científico fue el de Charles Darwin, quien nos enseñó que no somos más que uno de los animales que habitan el planeta tierra, y que todos los animales tenemos un tronco común en la evolución de las especies, lo que volvió a destronarnos de nuestro reinado aquí en la tierra.
El golpe final a nuestra vanidad nos los dio Sigmund Freud, cuando creyendo que éramos superiores a los demás animales, porque éramos seres racionales, que actuábamos conscientemente, siguiendo la razón, nos demostró que muchos de nuestros comportamientos son producto de nuestro inconsciente individual o colectivo, de lo irracional. Por todo esto es que es irracional que nos sigamos creyendo seres de la naturaleza superiores a nuestras hermanas las ballenas jorobadas y que les causemos dolor construyendo en su camino una base militar extranjera.
Es una paradoja, que el Gobierno que se auto define como potencia mundial de la vida y soberano; que hace bonitos discursos ante la comunidad internacional, pidiéndole el respeto por todas las formas de vida, a los gobiernos y organismos extranjeros en los auditorios de Nueva York, Davos, Nueva Delhi, París, Bruselas, Manaos o Puerto Inírida, pidiéndoles que hagan lo que no depende de él, sino de otros gobiernos; no haga lo que sí depende del Gobierno Colombiano. Garantizar la vida de nuestras hermanas, las ballenas jorobadas, cuando pasan por territorio colombiano y no convertir a nuestra isla Gorgona, en una base militar, detrás de la cual está una potencia extranjera, que ya tiene 7 bases militares en nuestro territorio.
Jaime Araujo Rentería.