Por: Jimmy Viera
El biólogo chileno Humberto Maturana sostenía que, en un sentido estricto, las culturas como modos de convivir humano en lo que hace lo humano, es el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar, son redes de conversa ciones.
Las distintas culturas como distintos modos de convivencia humana, son distintas redes de conversaciones y que una cultura se transforma en otra cuando cambia la red de conversaciones que la constituye y la define.
La cultura patriarcal occidental actual, se caracteriza como una red particular de conversaciones por las peculiares coordinaciones de acciones y de emociones que constituyen nuestro convivir cotidiano en la valoración de la guerra y la lucha en la aceptación de las jerarquías, de la autoridad y el poder, de la ganancia, la competencia, la explotación, de la dominación, en la valoración del crecimiento capitalista y de la procreación y en la justificación racional del control del otro a través de la apropiación de la verdad y negador de la democracia directa y de la soberanía popular.
No hay que esperar a que muera esta cultura basada en redes de conversaciones de lógica capitalista, es preciso ir desde ya instalando una nueva red de conversaciones caracterizadas por la libertad en el más amplio sentido de la palabra.
Un nuevo Pathos espiritual ha de impulsar esta nueva red de conversaciones, pathos, nueva emoción, sentimiento, conmoción y sufrimiento, deben dar paso a la movilización de nuestra agenda de vida humana y de armonía con la naturaleza.
Los cambios sociales fundamentales no se hacen si no hay fuerzas sociales conscientes que los conversen, los preparen, los provoquen y los auto orienten.
Uno de los méritos sobresalientes de este periodo histórico en Colombia, es que desde las protestas, el levantamiento popular del 2021, movimientos sociales y desde este gobierno, se ha impulsado una agenda de país distinta a la de las elites, generando la discusión sobre muchos temas de palpitante actualidad de la vida nacional, que por la inercia del modelo neoliberal, el unanimismo y el pensamiento único, no se había suscitado.
Podemos decir que se ha empezado a generar una nueva red de conversaciones distintas a las del poder establecido, del poder mediático, pero falta extenderlas a otras esferas sociales y profundizarlas y ante todo propiciar la nueva red de conversaciones en los escenarios sociales de los explotados y oprimidos del país para que sean ellos los que marquen el nuevo quehacer y rumbo del país.
Aparte de la movilización de las agendas sociales que sirvieron de banderas del levantamiento popular del 2021 y agendas de los movimientos sociales, existe una agenda transversal y es retomar la conversación sobre los límites de la democracia representativa y las vías hacia una democracia directa, que significa a la vez rechazar los dogmas liberales, reducir la representación para ampliar al máximo las esferas de toma directa de decisiones por parte de los afectados, proponer modelos aplicables en los territorios y regiones a partir de la complejidad de la gestión de los problemas sociales y políticos actuales, de un nuevo gobierno que representa un reordenamiento de las fuerzas políticas en una situación de conflicto armado no resuelto.
Generar nuevas conversaciones abre espacios para la socialización de la política, evita el secuestro de la soberanía popular por parte de los partidos políticos y del gobierno, propicia el protagonismo ciudadano, que permite la participación permanente y autoorganizada en torno a las necesidades humanas de las poblaciones en sus territorios.
Se trata de construir experiencias sociales de lucha, de confrontación, que generen organización y conciencia autónoma, se trata de encontrar mecanismos de confluencia, de autoorganización que generen una sociedad civil alternativa un contrapoder social para profundizar y sostener en el tiempo las transformaciones sociales.
A partir de una red nueva de conversaciones, crear y mantener una red capilar de mecanismos de democracia directa en los territorios y reconstruir el tejido social roto por la violencia paramilitar sobre líderes sociales y el etnocidio sobre los pueblos afros, indígenas y campesinos.
Todas las prácticas sociales tendientes a construir sujetos resistentes a la barbarie son necesarias, sea cual sea su forma. Sin duda la primera y principal forma de resistencia sería la existencia de una fuerte red social que hiciera del combate contra la precariedad, contra el desempleo, contra la explotación, el centro de su actividad, una organización que de voz a los que hoy disgregados, triturados, molidos por la maquinaria neoliberal no tienen voz; no se trataría de sustituir la experiencia social de los explotados, no se trata de introducir desde afuera una conciencia que no tenga relación con la experiencia social de los precariados y de los excluidos; no se trata de un gobierno que decida arrogarse desde los despachos la representación de los movimientos sociales, de los pueblos que surgen funcionan y hacen sentir su voz de forma autónoma.
Empleemos nuestra inteligencia para fundar medios económicos de libertad y solidaridad desde ya, Consejos locales de economía popular, que resuelvan la seguridad y la soberanía alimentaria, medios de comunicación y democratización del espectro electromagnético, que resuelvan la comunicación, lo mismo en varias ramas de la producción, cultura, educación etc.
Una nueva red de conversaciones nos acercan a estructurar la política desde abajo en democracia directa, la economía, la ciencia, la espiritualidad y podemos ingresar en el nuevo emocionar hacia un mundo solidario y no quedarnos enfrascados en la red de conversaciones neoliberales que cada día nos brindan los monopolios mediáticos.
La vida en comunidad barrial, étnica, fabril, es la oportunidad para vivir plenamente, día a día, en presencia de otros y otras; romper con los estereotipos y racionalizaciones aprendidas de la red de conversaciones individualista de esta sociedad y conocernos, por primera vez, a nosotros mismos. Allí aprender que las decisiones constructivas que nos conciernen como pueblo no pueden delegarse en un gobierno ni en una burocracia representativa ni en un Congreso de la República.