Por: Juan Felipe Franco
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío,
[…] Piececitos de niño,
dos joyas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros las gentes!
Piececitos- Gabriela Mistral
Las maneras en la que operan los borramientos ritualizados de los cuerpos configuran las formas en las que los campos políticos -materiales y simbólicos- posicionan a algunos cuerpos como agentes externos en los bordes. Las y los que se dicen pertenecer al establecimiento o, en este caso, al círculo de distinción político, consideran que estos cuerpos, que son externos a ellas y ellos, se deben limpiar, expulsar y normar.
Hace unos días, un grupo de madres, hicieron presencia en el Congreso para expresar su rechazo ante los hechos de revictimización, borramiento y violencia simbólica que desarrolló el representante a la cámara Miguel Polo Polo. Estas madres pertenecen a la organización MAFAPO que se creó en el año 2010 como un ejercicio de acción colectiva de mujeres que comenzaron a ver a sus hijos desaparecer. Algunos se encontraron asesinados en bolsas de basura y con botas de caucho, algunos otros fueron desaparecidos y aún se desconoce dónde están sus cuerpos. En Colombia este fenómeno se ha denominado como “falsos positivos”. En el intento por comprender y denominar tremendo vejamen también se hace referencia a estos hechos como ejecuciones extrajudiciales.
Se estima que en el país entre el año 2002 a 2008 se desarrollaron 6.402 ejecuciones extrajudiciales. Esta cifra ha sido documentada por la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP-. Sin embargo, es posible que existan más casos. Las montañas de Colombia están llenas de cuerpos y también llena de madres sin sus hijos.
Sobre la actitud y los hechos en los que actuó Miguel Polo Polo no me quiero detener, y no porque esté queriendo ignorarlas, ni tampoco porque lo considere poco relevante. Lo hago porque la situación me permite hacer referencia a un fenómeno mucho más amplio que no solo se reduce al hecho fáctico que ni siquiera el representante a la cámara alcanza a reconocer en su lenguaje y en su semántica.
Así las cosas, quisiera referirme al fenómeno de expulsar, borrar y limpiar lo que se considera externo.
La reacción que ha suscitado el hecho se relaciona, mayoritariamente, con la falta de respeto a la memoria de las víctimas. Algunas otras personas han mencionado que el hecho es una violencia simbólica y un intento por negar la memoria histórica del país. Con todas estas afirmaciones estoy de acuerdo. Lo que me inquieta es lo poco que logramos ver en el hecho. El hecho no puede únicamente reducirse a la denominación de que es una vulneración simbólica. De ser únicamente simbólica, ¿por qué quieren borrar los cuerpos que ellas y ellos consideran externos? Y además no les basta con sus cuerpos, quieren limpiar su desaparición. Definitivamente no puede ser únicamente simbólico el asunto.
En la visita de las mujeres madres al Congreso, se pudo notar la manera en la que este hecho no solo involucra la violencia simbólica. Para algunos congresistas del establecimiento político -en este caso el material, es decir, el Congreso- la presencia de estas mujeres significaba una amenaza. El borramiento ritualizado de los cuerpos se mueve entre disposiciones corporales y discursivas que convierten a los cuerpos externos en un objeto de regulación.
Las peticiones como «presidente, recorte el tiempo a dos minutos» o «nos retiramos del recinto por el irrespeto» ¿de qué tipo de irrespeto hablan? ¿el de la presencia de cuerpos externos a su círculo de distinción?
La inquietud entre reconocer que esta cuestión no es solo simbólica radica en la relación -a veces velada, a veces aparente- de la acción simbólica y la discursiva. Resulta muy difícil descubrir esta relación y más cuando una se consume a la otra, pero en su operaje muta en acciones y disposiciones que borran al agente considerado externo. La susceptibilidad al tocamiento, la presencia del recinto -material y simbólico-, el miedo a la voz respaldada, el miedo al ruido, todo eso hace parte de un proyecto mucho más material que simbólico.
La presencia de símbolos, el sonido de las voces, la presencia corporal les incomoda porque les interrumpe su escena higiénica. La verbalización de la desaparición se notaba en sus caras, en sus disposiciones. No tenían que hablar una palabra, querían limpiarlo y silenciarlo todo.
Le Breton en su libro La Antropología del Cuerpo y Modernidad define el borramiento ritualizado del cuerpo como:
Una amplia red de expectativas corporales reciprocas condiciona los intercambios entre los sujetos sociales, […] y están basadas en el sensorium común. Si aparecen diferencias vinculadas con el estilo del sujeto, con su categoría social, por ejemplo, no son sensibles mientras no traspasen el umbral de otra estructuración social.
El traspasar el umbral de otra estructuración social es la que posiciona a algunos cuerpos en agentes externos que se relacionan, de alguna u otra manera, con lo que el establecimiento ha denominado el borde o las gradas. El posicionarse en este lugar involucra el silencio y la buena conducta. Cuando se traspasa esta estructura, es cuando el borramiento ritualizado de los cuerpos se consume a estos mismos; los vuelve amenaza y los silencia. Se los consume.
Lo que sucedió con las madres en el Congreso esta semana hace parte de un fenómeno que es todo menos simbólico. Es discursivo, higiénico y totalmente práctico. Lo curioso del caso es que no les bastó con el silenciamiento y el borramiento de los cuerpos. Querían la limpieza de la desaparición.
Lo que ellas y ellos no saben es que las botas, esas mismas que tanto les molestan y quieren borrar, caminan dentro y fuera del palacio. Veremos hasta dónde podrán escapárseles. Tampoco ese toque externo, al que tanto le temen, va a dejar de suceder. Los cuerpos se van a hacer masa y ellas y ellos van a terminar consumidos. La aversión al contacto va a ser traslada al toque, y luego ¿qué van a hacer las y los que le temen esto y a la presencia externa?
Referencias
Le Breton, D. (1990). Antropología del cuerpo y modernidad. Argentina: Nueva visión.