Por: Mauricio Jaramillo Jassir
Decía Michel Foucault que el poder no se posee, se ejerce. Parte de las críticas que se destinan en contra de RTVC o sistema de medios públicos, son parte de dicho ejercicio, y aunque hay varias que son lógicas, sustentadas e invitan a un sano debate, las más visibles son una clara retaliación a un esquema informativo alternativo, popular y descentralizado. Después de las piezas de Cambio, El País y otras de la Silla Vacía, vale la pena poner sobre la mesa una serie de reflexiones. Este último medio volvió a poner en tela de juicio al sistema público, esta vez con un rótulo que fuese más atractivo, sensacionalista y llevara a los lectores directamente al clic: “máquina de propaganda”. Esto no es una respuesta, sino una invitación al diálogo sobre la relación medios de comunicación y democracia.
Esta columna tampoco es una defensa del sistema de medios públicos, reitero que no dispongo de la vocería de RTVC, aporto al debate desde mi experiencia en el análisis noticioso como parte de dos emisiones, El Calentao y Noches de Opinión los martes. El texto de La Silla Vacía en apariencia riguroso, pues presenta datos, tiene varias contradicciones que ponen en evidencia la debilidad analítica de quienes hoy hacen análisis de medios en Colombia. Empecemos con un lugar común del que se abusa y tiene que ver con la comparación de emisiones del noticiero en las épocas de Duque versus Petro. Me parece relevante pues es una lógica que suele invocarse para descalificar el trabajo actual de RTVC. El argumento central del artículo de La Silla, es que la figura de Petro tiende a ocupar un lugar más repetido respecto de su antecesor, y a partir de la observación de quince noticieros en cada gobierno se llega a la conclusión de que hay propaganda por la significativa diferencia en favor del actual presidente. Sin embargo, nadie se tomó la molestia de analizar el contraste de improntas Duque Petro, no hay asomo de análisis del discurso, impacto de ambos mandatarios en redes sociales o simplemente su perfil mediático. ¿No se les ocurrió que tal vez Petro sea una figura, en el buen y mal sentido, mediática por lo cual tiende a aparecer mucho más en los medios? ¿No es constatable que en general hoy en todos los medios -incluidos los hegemónicos- la figura de Petro está más presente, así sea a punta de polémicas? El dato no lleva a la conclusión que La Silla presenta de manera categórica, solamente la interpretación integral del contexto lo permite, algo que en el texto simplemente no aparece. Esto habla de una falla repetida en quienes ejercen “el periodismo al periodismo” a las carreras y buscando que los datos confirmen sus sesgos. Tal como lo dice el propio artículo que cita mi opinión, vale la pena hacer un análisis sobre la forma en que Petro comunica, pues como dice Pablo Iglesias, el mandatario es un medio de comunicación con una impronta que lo hace difícilmente equiparable a otros. Esto tiene tanto de ancho como de largo y no es necesariamente una virtud, muchas veces un perfil tan mediático en redes ha jugado en su contra. Lo que parece a todas luces apresurado, es concluir que mayor cubrimiento de su figura es indicio automático de propaganda.
Otra de las falencias del descuadernado análisis, pasa por la forma como se evalúa el pluralismo. El texto muestra uno de los defectos más recurrentes de nuestra prensa: el centralismo, bien sea desde Bogotá u otros centros de poder regional. Todavía se cree que la diversidad se mide exclusivamente en función de la inclusión de voces que contradigan al progresismo. Nadie niega que es uno de los puntos que se deben corregir en RTVC, lo extraño es que se omita olímpicamente la integración de las voces de las regiones que en ningún medio corporativo o hegemónico aparecen como semejante frecuencia. Convención (Catatumbo), El Tambo, Fonseca, Fundación, San Jacinto, San Vicente del Caguán, o Tumaco entre otros, son regiones que aparecen a diario, pero no son valoradas pues jamás son tenidas en cuenta en los análisis de medios. El desprecio es doble, no solo se desconoce la pluralidad en función de lo regional -¡el bogotanocentrismo no lo permite!- sino que la actividad noticiosa en estos municipios pasa de agache cuando podría servir como insumo a la agenda nacional. Lo peor es que no son pocos los que gritan a nombre del Cauca o el Catatumbo cuando desde RTVC se informa sobre el genocidio en Gaza. Solo importan las regiones para relativizar la gravedad de lo que sucede en el Medio Oriente. Vale la pena recordar la instrumentalización nauseabunda bajo el lema “All eyes on Cauca”, un maltrato a ese departamento y a las víctimas palestinas.
Lo he reconocido públicamente y lo reafirmo: me gustaría contar en las mañanas con más voces de la oposición, desafortunadamente cada invitación es declinada. Seguiremos insistiendo para que quienes están al otro lado de la pantalla o la radio tengan el mayor número de voces, pero invito a mis colegas periodistas a que se asomen al análisis de lo que significa nuestro ejercicio diario de descentralización informativa.
La pieza de La Silla que habla de “máquina de propaganda” remata con comentarios sobre mi emisión de los martes en la noche. Se dice no con poca ligereza que “continúa la tendencia de mostrar un solo lado de la opinión”. Esta afirmación parte del desconocimiento pues desde hace varios meses el espacio de los martes en la noche está dedicado a la pedagogía en temas internacionales. Todavía no entendemos que pueda haber programas de opinión que superen la lógica del debate entre visiones opuestas. Se puede hacer pedagogía con las voces de expertos desde la academia. Pero aun observando el pasado, mis colegas de la Silla Vacía pasaron por alto que allí han tenido un espacio voces de la oposición y no de manera esporádica. ¿Explicar los BRICS, una posible guerra Irán Israel, la crisis venezolana con voces de la oposición o el asesinato de un candidato a la elección en Ecuador es ejercicio de propaganda? ¿No hay una queja constante de que no se analiza ni se advierte sobre la guerra civil en Sudán o la crisis humanitaria en la República Democrática del Congo o la deriva autoritaria y anti derechos en Afganistán? En los martes en el programa a mi cargo hemos dedicado 50 minutos de emisión a cada uno de estos temas ¿quién ha asumido esa tarea fundamental en este momento crítico de la humanidad? ¿Qué medio en Colombia hace este análisis con profesores y analistas colombianos y extranjeros?
RTVC debe estar sometido al escrutinio público, pues maneja la información y debe hacerlo conforme al artículo 20 de la Constitución Política que consagra tal derecho. Bienvenidas todas las críticas. Resulta extraño, eso sí, el argumento generalmente esgrimido por periodistas y políticos de que tienen derecho a exigir porque pagan impuestos. Habría que recordarles que el derecho no surge del pago de esas obligaciones y que la lógica traqueta de que “exijo porque pago” o porque “mi plata vale” no tiene nada que ver con la lógica de los derechos humanos, inherentes a la condición. A RTVC hay que exigirle lo mejor, pero que los dueños de las mesas de trabajo radiales cumplan con sus obligaciones frente a la DIAN, no convierte a los periodistas del sistema público en sus subalternos. Éstos suelen repetir en las mañanas el tema de los impuestos, por eso lo reafirmo.
Esta columna remata como empezó, aclarando que no es una defensa a ultranza, sino una invitación a la reflexión y ojalá al debate sobre la relación entre los medios de comunicación y democracia. Corriendo el riesgo de una obsesiva insistencia -o intensidad como dicen los millenials- aclaro que estoy abierto al diálogo en cualquier formato, pues se trata de confrontar desde el respeto y evitar la descalificación gratuita tan en boga en estas épocas de pobreza periodística.