Por: Mauricio Jaramillo Jassir
Profesor asociado de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos, Universidad del Rosario.
Esta columna hubiese podido ser un trino, pero hay coyunturas que exigen alargar las ideas y hacerlas lo más explícitas posibles para efectos tan pedagógicos como reivindicativos. Tal es el caso de este reclamo. Esta semana la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) emitió un comunicado deplorando los constantes ataques del concejal Daniel Briceño contra el sistema de medios públicos, RTVC. El mensaje es claro, no se trata de afirmaciones esporádicas sino de un discurso sistemático que estigmatiza. El comunicado pide acertadamente acciones de la Procuraduría.
Aunque el mensaje de la FLIP va en la dirección correcta, el tema no queda resuelto pues sigue quedando en el aire la idea de que algunos políticos pueden abusar de su posición de poder. En el caso de Briceño, una vez conocido el comunicado no sólo no se retractó, sino que ha insistido en que cumple con su labor de velar por la gestión de los recursos públicos. Si tanto le interesa el control político ¿por qué se niega a debatir con el titular de esta columna? ¿Puede un cabildante exigir ser escuchado sin ningún tipo de contrapunteo? ¿No es deber de los medios buscar las varias versiones de una misma información? Los ataques de Briceño ocurren tras críticas a su labor en el concejo y concretamente a su pobre control político en el tema de la calamitosa gestión del agua en Bogotá.
Además de no responder a señalamientos de la prensa por la poca actividad en el Concejo, lo más lamentable de este caso radica en el doble estándar de la mayoría de los medios hegemónicos para no cubrir el mensaje de la FLIP o, en casos más insólitos como el de Caracol Radio, abrir los micrófonos para hacer señalamientos contra la prensa con una doble omisión: sin réplica de los periodistas, ni de las personas a las que agredió, incluido el autor de esta columna. Lo grave no es que esa Fundación emita comunicados o se pronuncie sobre ciertos casos y calle sobre otros. Lo verdaderamente preocupante está en el periodismo de primera y segunda clase y que éste solo defienda la libertad del gremio cuando se trata de medios afines al establecimiento o periodistas de “alto vuelo”. Cuando un comunicador de un medio hegemónico o reconocido es respaldado por la FLIP, el hecho se convierte en noticia y los comunicados de la Fundación pasan a ser una advertencia que debe servir de lección a toda la sociedad sobre la libertad para informar. Cuando ocurre con medios alternativos, se ve como mera anécdota que los grandes medios por razones que no son claras omiten. Al momento de redactar esta columna solamente Infobae y Semana habían informado sobre el tema y únicamente el primero lo había hecho con respeto por la historia. El segundo medio conducido por Vicky Dávila y donde Briceño suele publicar, salió en descarada defensa del concejal. El resto guarda un oprobioso silencio.
Los medios hegemónicos han mostrado su peor cara estos años en la defensa de la libertad de prensa pues la han confundido con la solidaridad de clase. Todo ello es reflejo de un país donde el clasismo ha llegado a tal nivel, que se terminó colando en el establecimiento mediático preocupado por sus intereses y no los del periodismo ni el derecho a la información.