Por Margarita Jaimes Velásquez
Desde que tengo uso de razón el 19 de marzo se celebra el día de San José, padre adoptivo de Jesús de Nazareth para quienes profesan el cristianismo católico. Esta celebración de origen religioso pondera las virtudes de un hombre diferente para su época, se venera en él su sencillez, obediencia y el valor de apoyar y creer en la palabra de María respecto de la naturaleza extraordinaria de su embarazo o la capacidad de sacrificio de este hombre para evitar deshonrar públicamente a María.
A propósito de esta fecha, y de su asignación como el día del hombre en Colombia, valdría la pena analizar por qué esta celebración de origen religioso se ajusta a la realidad de los hombres de esta sociedad patriarcal. Como sabemos por los relatos bíblicos que San José asumió en absoluto silencio la labor encomendada, sin ningún protagonismo, totalmente contrario a lo que se evidencia en la sociedad actual, los hombres se caracterizan por ser la centralidad.
En esta sociedad patriarcal los discursos y las narrativas se centran en las virtudes masculinas, todas asociadas a la capacidad para la fuerza, ejercer el poder, hacer la política, la guerra, la conquista y el sometimiento. Son ellos quienes han escrito la historia y establecido el orden que nos rige hoy día. Aun así, demandan que al igual que las mujeres debe existir el día del hombre, como si todos los días no lo fueran. He encontrado argumentos entre hombres del mundo de los derechos humanos que advierten que es un tema de igualdad, como si la igualdad fuera matemática y no proporcional. Como si las mujeres tuviéramos derecho al ocio recreativo todos los domingos, especialmente, las que son madres y empleadas. Este privilegio, aunque cueste admitirlo, en esta sociedad, es para gran parte de los hombres.
Con el propósito de evitar las suspicacias, vale recordar que el 8 de marzo se conmemora el día Internacional de la Mujer como una estrategia para reivindicar que los derechos de las mujeres también son derechos humanos, para reflexionar sobre la minorización de las mujeres en la sociedad patriarcal, para instar a las naciones a que revalúen las prácticas discriminatorias que perpetúan y naturalizan la violencia contra las féminas. Es una fecha para vindicar la ciudadanía de las mujeres, promover el empoderamiento en derechos humanos específicos y remover las narrativas que niegan los aportes de ellas en la sociedad. La apuesta de las mujeres para la transformación de la sociedad es revolucionaria y profunda de ahí que sea una apuesta política.
Aunque esta reflexión parezca una nimiedad, no lo es. Todo lo contrario, lo que observo es que instaurar un día del hombre y en el mismo mes en que las mujeres ponemos en la agenda pública nuestras apuestas, es una contrapropuesta política. Veo como la festividad se concentra, especialmente, en las escuelas, en exaltar y resaltar las virtudes de la masculinidad patriarcal, es decir, se reafirma y reproduce el discurso en que el modelo de lo humano es el varón. En suma, que la celebración se concentre en las escuelas no es un detalle menor. Al igual que la familia, la escuela tiene la misión de reproducir el modelo social y político que rige a una comunidad humana. Estas acciones modelan al individuo, alienándolo y preñándolo de sentidos.
Sin el ánimo de exagerar, de seguir así, lo que se prevé es un recrudecimiento del poder patriarcal sobre las mujeres y las niñas. Creo que las organizaciones de mujeres y las activistas somos ingenuas al creer que esto es una acción sin sentido político. No hay nada de cándido en tal demanda. Insisto, tratan de igualar en la desigualdad lo que se traduce en una forma de discriminación, ampliando la brecha de desigualdades para las mujeres.
Mientras el día Internacional de las mujeres, siga siendo minimizado mediante las cenas, las serenatas, las flores y demás actos estereotipados que conocemos, y, paralelamente, se promuevan narrativas que celebran las contribuciones positivas de los hombres en la economía, la sociedad y la política, seguirán existiendo motivos para que las activistas y feministas sigamos en la lucha.