Por: Aiden Salgado Cassiani
Profesor, líder palenquero y activista.
Miembro del CONAFRO, del CEUNA y CENPAZ.
Uno de los éxitos de la nueva democracia es garantizar derechos a los grupos poblacionales excluidos, es lo que en palabras de la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, constituye uno de los principios de la democracia radical. Actualmente, las autoridades locales en Colombia están discutiendo los planes de desarrollo, que deberían ser el reflejo de la bandera de su propuesta de gobierno en campaña; para el caso de Bogotá, las cosas no parecen ser así, con relación a la representación, visibilización y participación de los grupos étnicos.
La participación política de los grupos étnicos en Bogotá, para el caso de la población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, tiene su historia jurídica en El Acuerdo 175 del 28 de septiembre de 2005, en el gobierno de Lucho Garzón, donde se establecen los lineamientos de la política pública para los Afrodescendientes residentes en Bogotá, institucionaliza el 21 de mayo como Día Nacional de la Afrocolombianidad, se abren espacios laborales étnicos entre otras cosas. De allí en adelante, la política en Bogotá siempre ha contado con la participación de estas comunidades hasta convertirse en ejemplo a nivel nacional. Estos avances de participación se han dado en mayor y menor proporción dependiendo el perfil del gobierno distrital, pero siempre ha estado presente.
El avance significativo en esa participación ha sido el resultado de la exigibilidad de los diferentes procesos organizativos e individualidades de las comunidades negras. Es de recordar que después de la ley 70 de 1993 y más recientemente con el fenómeno del desplazamiento y la intensificación de la guerra en los territorios, a Bogotá han llegado destacados líderes que han hecho vida política. A estas justificaciones políticas se suma la necesidad laboral y de superación a través del estudio. Estas causas han sido razón para que en Bogotá se viva un alto número de líderes y lideresas afrocolombianos que han sabido realizar una gran exigibilidad de derechos. También es de reconocer que, por vivir en un país andino centralista, Bogotá brinda mejores condiciones para adelantar trabajo político organizativo con mejor nivel de seguridad y condición económica que otros lugares del país. A partir de esa realidad, se ha podido avanzar con todos los gobiernos hasta lograr progresos importantes en la política para esta población.
Un hecho central, lo tuvimos en el gobierno del hoy presidente Gustavo Petro, quien descentralizó la política para el pueblo afrocolombiano, negro, palenquero y raizal con la puesta en marcha de 10 casas afros que funcionaron en las localidades como espacio de atención a problemáticas de la población, vinculando laboralmente una buena mano de obra en esos lugares y en otros donde éramos casi invisibles. Se crearon y fortalecieron los referentes afros en la localidad y en diferentes instituciones, secretarías y dependencias distritales. Se realizó en algunos sectores una adecuación que generó mayor presencia de estas poblaciones en la administración. Estos años de política estuvieron acompañados del realce de los estudiantes y reagrupación de profesores afros.
Con la nueva llegada de Enrique Peñalosa a la alcaldía, muchos de los avances alcanzados por la anterior administración para las comunidades negras, afrocolombianos, raizales y palenqueras retrocedieron. Se acabaron las casas afros, algunas quedaron con otra funcionalidad y con ello los puestos laborales que se generaban por las casas. La dirección de etnia que estaba desde la administración de Samuel Moreno, pasó de dirección a subdirección. Varios de los espacios laborales se acabaron, y con ello las políticas que se habían avanzado. Fue este gobierno uno de retrocesos de reflujo de derechos hacia las comunidades. Ante esta problemática de reducción de derechos no existió un movimiento organizado de las comunidades para hacerle frente a esta política de la administración distrital.
Nuevos aires recibieron las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras con la llegada de Claudia López a la alcaldía mayor. Se realizó un gran avance en términos de derecho para estas poblaciones. Avance que tuvo un punto de inflexión en la discusión del plan de desarrollo "Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del Siglo XXI", cuando se logró crear el artículo 66 que generó las acciones afirmativas y abrió las puertas para la creación de políticas públicas para los grupos étnicos de la ciudad. Las acciones afirmativas significaron reconocimientos de saberes ancestrales a través de los kilombos, kilumbas, casa de saber, donde se colocaron en escena esos conocimientos de sabedores y sabedoras. Se creó un equipo de trabajo para impulsar la cátedra de estudios afrocolombianos en la secretaría de educación, se puso en funcionamiento el programa papsivi para la atención psicosocial y salud integral de la población afro víctima del conflicto, se crearon equipos étnicos y proyectos dirigidos a estas poblaciones en secretaría de cultura. Las alcaldías locales crearon referentes afros, se le regresó al espacio político de los pueblos el estatus que tenía pasando de subdirección de etnia a nuevamente dirección de etnia y otra serie de acciones en favor de estas poblaciones que fueron muy bien acompañadas e impulsadas por el entonces concejal afrocolombiano Libardo Asprilla.
De los hechos más significativos del artículo 66 fue la creación de la política pública concertada con las poblaciones étnicas del distrito, lo cual después de casi dos años culminó con un texto que luego dio paso a la creación de un CONPES para materializar lo allí consignado. Este paso permitiría por los próximos 12 años la puesta en escena en Bogotá de gran parte de los postulados de la Constitución Nacional en su artículo 7 y 13, realmente reconociendo la diversidad étnica de la nación colombiana. Bogotá con estas acciones daba ejemplo para el resto de las autoridades locales.
Hoy, con la llegada de Carlos Fernando Galán a la alcaldía de Bogotá y conocida la propuesta de plan de desarrollo “Bogotá camina segura 2024-2028”, los logros en derecho para las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras entra en riesgo, porque no se observa que los avances obtenidos gracias a los procesos organizativos adelantados por las comunidades étnicas en el distrito se encuentren de forma clara presente en el proyecto de plan de desarrollo; que valga decirlo, no es el reflejo de la propuesta de campaña de gobierno del actual alcalde que si en su programa de gobierno incluía estas poblaciones en el inciso 3.9. “Bogotá Capital de la Diversidad étnica y cultural”; otro hecho de gran preocupación es que aún no es claro si se va a incorporar las políticas públicas de pueblos étnicos con el CONPES concertado con las comunidades en el gobierno pasado, lo cual es una incertidumbre para la gente negra, los procesos organizativos y líderes.
El concejo de Bogotá debe ser consciente de la responsabilidad que tiene con la aprobación de este plan de desarrollo y no debe aprobar el retroceso de derechos conquistados para las comunidades étnicas en el distrito capital, el alcalde y su equipo de gobierno deben ser conscientes del principio de progresividad de derecho para los grupos étnicos, y las comunidades organizadas deben hacer uso de sus derechos de autonomía para no permitir ese retroceso.
Señor alcalde, estamos a tiempo de que Bogotá continúe siendo ese ejemplo de buenas prácticas de políticas para los grupos étnicos, el avance de la anterior administración soportado en las políticas públicas y el CONPES concertado con los grupos étnicos debe incorporarse en su totalidad al plan de desarrollo para que Bogotá continúe siendo esa ciudad de derechos e inclusión de todos los grupos étnicos que componen la nacionalidad colombiana, los derechos se amplían no se reducen, señor alcalde Carlos Fernando Galán, un gran aporte suyo a parte de las inclusiones de esas acciones en el plan de desarrollo es la creación de una secretaría de asuntos étnicos como ya lo está en algunas alcaldías y gobernaciones del país.
Desde el Palenque, un Cimarrón todavía.