Por: Aiden Salgado Cassiani
La actual situación que se vive en la región del Catatumbo en el Norte de Santander, ha dejado apróximadamente 36 pérdidas de vidas humanas de líderes, firmantes de paz, sociedad civil y militares de grupos ilegales; en esta situación, según la información que ha circulado por diferente fuentes, el mayor responsables de la cruel violencia que se desarrolla en esa región es el Ejército de Liberación Nacional - ELN enfrentando una disidencia de las extintas FARC-EP.
El ELN es una organización subversiva que nació para luchar contra la injusticia hace más de medio siglo y que está en un proceso de paz con el actual Gobierno Nacional desde el momento que este se posesionó.
La principal bandera del actual gobierno es conseguir la reconciliación nacional; por ello el nombre de su carta de navegación, el plan de desarrollo “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, y para conseguir ese objetivo colocó en funcionamiento su propuesta de Paz Total, que es adelantar procesos de paz con todas las estructuras armadas al margen del orden nacional y con menor atención a otras estructuras u organizaciones al margen de la ley. Para ello conformó un equipo de alto nivel que se encargará de esa tarea.
A más de dos años de esta estrategia del gobierno, la situación del Catatumbo es una especie de examen para analizar si su táctica está en la línea acertada o no para conseguir la tan anhelada Paz Total. Lo que sucede estos días es una prueba para el gobierno nacional y principalmente su equipo encargado del tema, que debe tener presente lo avanzado con otros gobiernos y lo que este ha hecho hasta la fecha.
Creo que lo primero en esta apuesta que debe emprender el gobierno nacional es tener o construir una ruta que logre un proceso de paz estatal y no un proceso de paz solo del gobierno; para ello hay que lograr involucrar a todas las instituciones del Estado a pesar de las diferencias o visiones de paz que tenga cada una de ellas; una forma es invitarlas a todos los espacios habidos y por haber a aportar, no a dilatar o frenar las negociaciones. Un primer paso es colocar en funcionamiento el Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia (CNPRC), y reactuvar esa misma figura o colocarla en funcionamiento en las mesas departamentales y municipales para la paz y reconciliación.
Lo segundo es cumplir con lo acordado en los otros procesos de paz, en especial el acuerdo de la Habana y si hay algo que cumplir con el acuerdo de Santa Fe de Ralito, revisarlo para cumplir si suma a la paz total; estos cumplimiento no se pueden quedar en el papel los rezagos que existen frente al cumplimiento con las comunidades en especial la étnica denunciado por la IEANPE y la misión especial de la ONU no pueden seguir; frente a los otros compromisos hay que ser sincero con ellos y decir que de lo acordado realmente está al alcance del gobierno y que no, pero reconocer las responsabilidades, esto puede generar confianza en las otras negociaciones que se están adelantando con los diferentes actores armados, y con ellos se pueden evitar los errores de otros procesos.
Lo tercero, hay que darle celeridad a los procesos que están en curso, esto debe ser una preocupación de día y de noche para los miembros del equipo de negociadores: trabajar de forma permanente con la contraparte. Este trabajo de forma permanente debe ir presentándole a la sociedad los resultados parciales que se van alcanzando y vincularlo más con las comunidades para solidificar esos acuerdos parciales lo que genera confianza entre las partes y la comunidad.
Lo cuarto, es algo en lo que se ha insistido desde hace ya un buen rato y es la necesidad de colocar en práctica las negociaciones en lo local o territorial, es necesario que en todo el territorio nacional se identifiquen conflictividades con presencia de grupos al margen de la ley con organizaciones y estructuras de funcionamiento ilegal para avanzar en diálogos con ellos, diálogos que sus negociadores o interlocutores realizan en nombre del Estado. Los negociadores dependen de la magnitud del caso en concreto; algunos casos se pueden avanzar con los comités territoriales o locales de paz, otros con delegados nacionales o miembros de los equipos nacionales.
Ahora bien, a estos procesos hay que meterle estrategias económicas e inversiones sociales para cambiar la dinámica de la economía y de la realidad social de esos territorios. Por ejemplo, en esos lugares deben llegar iniciativas de inversión que permitan que los miembros de los grupos armados puedan generar formas de ingresos; hay que también colocar al servicio de los actores armados oportunidad de estudios que permitan superar la situación de exclusión académica-formativa y social, allí el SENA debe jugar un papel relevante en formar o capacitar en temas como peluquería, panadería, construcciones, electricidad y actividades varias, que permitan que estas personas, con un capital semilla, puedan generar su pequeño negocio o salir a trabajar y los que deseen continuar estudios universitarios, también.
A la par de esto, se hace necesario el fortalecimiento o creación de mecanismos de seguridad comunitarias como guardias cimarronas, guardias indígenas y guardias campesina, junto a las autoridades tradicionales como policía, ejército y demás que deben ser más efectiva en la lucha contra la criminalidad, y esto debe ir acompañado de los administradores de justicia, la Fiscalía y jueces, con compromiso en esta dinámica de Paz Total.
Finalizo diciendo que el ELN, como aporte a la paz, debe soltar a los retenidos y todos los grupos armados ilegales deben dar señales reales de conciliación. La paz es el legado más grande que le podemos dejar a una nueva generación, y para ello cada vida que se pueda preservar, proteger y salvar es una ganancia que le suma a la total. Para la guerra y la muerte nada. A la vida todo.
Desde el palenque un cimarrón todavía.