Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
Hablar de los trópicos es concentrarse en las zonas del globo terráqueo con mayor incidencia de rayos solares, acción que permite crear ecosistemas perfectos para proliferar la biodiversidad, no solo de flora y fauna, sino también, de múltiples agentes infecciosos con capacidad de generar enfermedad (ubíquese en la línea del Ecuador y tome 26° latitud sur y 26° latitud norte, más o menos esa sería la zona tropical). Por otro lado, una enfermedad se considera “desatendida” cuando los Estados dejan de invertir recursos, obvian promover la ciencia y esconden el andamiaje gubernamental para conocer y combatir la misma, aún sabiendo que existe y causa estragos importantes en su población. Cuando sumamos estos dos momentos, tenemos la tormenta perfecta en países hastiados de la corrupción Estatal, las enfermedades tropicales desatendidas, el karma de las naciones empobrecidas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado un informe global sobre las enfermedades tropicales desatendidas en el año 2023, un hito importante en la lucha contra estas enfermedades que afectan a millones de personas. Este informe revela datos alarmantes sobre la carga de estas enfermedades en todo el mundo, las cuales afectan principalmente a personas en los países de bajos ingresos; muestra además, que estas enfermedades han sido históricamente ignoradas y han dejado una estela de millones de personas sin acceso a la atención médica adecuada.
A pesar de ello, este informe también es un llamado a la acción para abordar de manera efectiva estas enfermedades y mejorar la salud global por parte de los gobiernos de turno. El informe proporciona una visión general de los avances logrados, los desafíos que aún persisten y la necesidad de un compromiso continuo para abordar estas enfermedades. En esta columna de opinión, analizamos los avances y desafíos, desde el informe OMS, como paso crucial hacia la eliminación de las enfermedades tropicales desatendidas en el mundo.
Para dar un mayor contexto, la OMS en 2020 generó una hoja de ruta para poner fin a las enfermedades desatendidas, generando un poderoso documento bajo el siguiente postulado: “Poner fin a la desatención para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): hoja de ruta sobre enfermedades tropicales desatendidas 2021-2030”. Según la OMS, primero eran 17 y ahora son 20. Desde 2012 el llamado era para acelerar la superación del impacto mundial de las enfermedades tropicales desatendidas con miras hacia el 2020, siendo un fiasco. Por eso, el poderoso llamado de este documento.
En resumidas cuentas, los ODS, suscritos en el año 2015, hacen referencia a igualdad de oportunidades y de salud entre poblaciones, siendo aspectos fundamentales de desarrollo de naciones para el año 2030.
Aún en el 2023, siete años después de que múltiples países suscribieron compromisos en las Naciones Unidas para alcanzar los famosos ODS 2030, las enfermedades tropicales desatendidas continúan representando una carga significativa para la salud mundial, siendo un conjunto heterogéneo de 20 enfermedades y grupos de afecciones que poseen una característica en común: su tremendo impacto sobre las comunidades empobrecidas.
Estas son: dengue y chikungunya, dracunculosis, enfermedad de Chagas, envenenamiento por mordeduras de serpiente, equinococosis, esquistosomiasis, filariasis linfática, helmintiasis transmitidas por el suelo, leishmaniasis, lepra, micetoma, cromoblastomicosis y otras micosis profundas, oncocercosis, pian, rabia, sarna y otras ectoparasitosis, teniasis/cisticercosis, tracoma, trematodiasis de transmisión alimentaria, tripanosomiasis africana humana y úlcera de Buruli; se concentran principalmente en las regiones tropicales (y subtropicales) del mundo, donde las condiciones socioeconómicas precarias y la falta de acceso a servicios de salud básicos crean un caldo de cultivo para su propagación.
La falta de inversión en investigación y desarrollo ha limitado las opciones de tratamiento y prevención efectivos, dejando a las comunidades vulnerables atrapadas en un ciclo interminable de enfermedad y pobreza; por supuesto, a la vista de todos los gobiernos que han pasado y que están presentes. Por estas razones, la carga de enfermedades sigue recayendo de manera desigual en un pequeño número de países: 16 países tropicales soportan el 80 % de esta carga.
Para la OMS ha existido un progreso más lento de lo esperado en países con alta carga, un progreso desigual en algunas de las 20 enfermedades y grupos de enfermedades mencionadas (se destinan más recursos para unas en particular sin fundamento científico epidemiológico) y por supuesto, factores de riesgo subyacentes persistentes (pobreza, cambio climático) y un rápido crecimiento de la población son amenazas para lograr los ODS 2030 dentro de los plazos definidos.
No todo al respecto es desesperanzador, la OMS destaca los avances significativos logrados en la última década en la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas. Gracias a los esfuerzos concertados de ciertos gobiernos apoyados decididamente en ciertas organizaciones internacionales y el compromiso expreso de la participación activa de la sociedad civil, se ha logrado reducir la carga de unas pocas de estas enfermedades en algunas partes del mundo, donde el “vivir” es un continuo reto de supervivencia. Sin lugar a dudas, cuando el Estado realmente se pone los guantes se implementan programas de control y eliminación de estas enfermedades, se mejora considerablemente los recursos de investigación asociados a estas enfermedades, se fortalecen los sistemas de salud y se mejoran los accesos a los servicios de atención médica a la población más vulnerable; es altamente viable combatir estas enfermedades tropicales desatendidas.
El mejor ejemplo que muestra la posibilidad de eliminación (interrupción de la transmisión) de una de estas enfermedades hoy en día, lo tiene el continente africano, en el cual la dracunculiasis, también conocida como enfermedad del gusano de Guinea, que afectaba millones de personas, ha sido eliminada en casi todos los países donde era endémica. Esto demuestra que, con la voluntad política y los recursos adecuados, es posible controlar estas enfermedades y liberar a las comunidades de su carga.
Seguramente en estos países, se tomaron aspectos fundamentales del informe de la OMS sobre las enfermedades tropicales desatendidas, el cual proporciona una guía clara para los responsables de la toma de decisiones, los profesionales de la salud y otros actores clave en la lucha contra estas enfermedades. Donde se destaca la importancia de abordar las enfermedades tropicales desatendidas como parte de la agenda de desarrollo sostenible de cada Estado, y subraya la necesidad de un enfoque integral y basado en los derechos humanos.
A pesar de estos avances, todavía existen desafíos significativos en la lucha contra las enfermedades tropicales desatendidas en Colombia. La falta de financiamiento sostenible es uno de los principales obstáculos para la prevención y control. De ahí la pregunta: ¿por qué no pensar en la eliminación y erradicación de estas enfermedades en nuestro país, “potencia de la vida”.
Para reflexionar, he ahí la naturaleza de esta columna de opinión, sensibilizar a la población alrededor de diversos temas de la salud humana, animal, eco sistémica, ya que uno de los mayores problemas de prevención y control de estas enferemedades es la falta de conciencia y comprensión pública de las mismas, situación que ha llevado a la estigmatización y discriminación de las personas afectadas. Por consiguiente, las personas pueden tener miedo de buscar tratamiento o pueden enfrentar barreras sociales y culturales para acceder a los servicios de salud.