Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández *
Desarrollar enfermedades infecciosas por bacterias, virus y hongos (micosis) es de las principales causas de mortalidad y de discapacidad en todo el mundo. Por ejemplo, solo las bacterias resistentes a los antimicrobianos causan de forma directa 1,27 millones de muertes y se estima que pueden contribuir a otros 4,95 millones de muertes cada año. Por supuesto estas cifras son alimentadas en su mayoría de decesos por países en vía de desarrollo, como el nuestro.
Dentro de este conocimiento de amenaza de la salud pública mundial, las enfermedades fúngicas invasivas (enfermedades ocasionadas por hongos y levaduras, o también llamadas micosis) juegan un papel importante entre la población inmunocomprometida (ej., geriátricos, VIH positivos, pacientes con tuberculosis, entre otros). Sumado a la precaria situación de desarrollo de los prestadores de salud en varios países con ausencia de insumos adecuados que permitan un diagnóstico y tratamiento de calidad a estas micosis; la cereza del pastel es la aparición de micosis multirresistentes a antifúngicos (medicamentos usados para su control).
Al respecto, el panorama mundial es desesperanzador, aunque conocemos la grave situación de desafío de la salud pública respecto a las micosis, estas enfermedades fúngicas reciben muy poca atención y recursos (se clasifican como enfermedades desatendidas, donde los Estados no designan recursos para su vigilancia, control e investigación). Por supuesto esta situación lleva al desconocimiento epidemiológico para estimar su carga en las poblaciones, así mismo, a un sistema de salud nacional que camina a ciegas sin datos de calidad sobre la distribución de enfermedades fúngicas y los patrones de resistencia a los antifúngicos.
Por estas razones, a finales del 2022, la División de Resistencia a Antimicrobianos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó el documento “Lista de patógenos fúngicos prioritarios de la OMS para guiar la investigación, el desarrollo y la acción de salud pública”. Siendo este el primer esfuerzo mundial para priorizar sistemáticamente los patógenos fúngicos con la mirada a guiar a los Estados y sus sistemas de salud e investigación a aunar esfuerzos intergubernamentales y privados para fortalecer la respuesta global a los hongos (a las micosis), impulsando más investigaciones e intervenciones políticas para conocer el panorama de las infecciones fúngicas y su resistencia a los antifúngicos.
A medida que la OMS presenta su nueva lista de patógenos fúngicos prioritarios, es importante examinar las implicaciones de esta guía para la salud pública. La lista destaca 10 micosis que representan una amenaza particular para la salud humana, con un enfoque en aquellos que son resistentes a múltiples tipos de medicamentos antimicóticos. Los patógenos incluidos se clasificaron en tres grupos de prioridad (crítica, alta y media). El grupo crítico incluye Cryptococcus neoformans, Candida auris, Aspergillus fumigatus y Candida albicans. El grupo alto incluye Nakaseomyces glabrata (Candida glabrata), Histoplasma spp., agentes causales del eumicetoma, Mucorales, Fusarium spp., Candida tropicalis y Candida parapsilosis. Finalmente, los patógenos del grupo medio son Scedosporium spp., Lomentospora prolificans, Coccidioides spp., Pichia kudriavzeveii (Candida krusei), Cryptococcus gattii, Talaromyces marneffei, Pneumocystis jirovecii y Paracoccidioides spp.
Estoy totalmente seguro que este “Gobierno del Cambio” en los reajustes que deberá hacer a su documento de proyecto de reforma a la salud (por supuesto, no se trata de reformar el gabinete ministerial, también de madurar ideas) tiene este tipo de recomendaciones de la OMS como base fundamental de toma de decisiones, dado que este documento propone acciones y estrategias para formuladores de políticas y profesionales de la salud pública, dirigidas a mejorar la respuesta general a estos patógenos fúngicos prioritarios, incluido prevenir el desarrollo de resistencia a los medicamentos antifúngicos. Se proponen tres áreas principales de acción: (1) fortalecer la capacidad de laboratorio y la vigilancia; (2) inversiones sostenibles en investigación, desarrollo e innovación; y (3) intervenciones de salud pública.
Pero este esfuerzo de comenzar a observar con detenimiento la dinámica de nuevos patógenos que amenazan la salud pública mundial no es sólo del Estado, debemos estructurar redes colaborativas interdisciplinarias entre organizaciones estatales (ej. Universidades y sus grupos de investigación) y entidades privadas que sustentan los desarrollos farmacéuticos, por ejemplo. Un concepto fundamental que da soporte a esta idea colaborativa es el enfoque “One Health” (Un mundo, una salud), que reconoce la interconectividad de la salud humana, animal y ambiental. Al reconocer las formas complejas en que la salud se ve influenciada por una variedad de factores, One Health busca promover la colaboración y la coordinación entre diferentes sectores para abordar los desafíos apremiantes de salud pública.
En el contexto de los patógenos fúngicos, One Health es indispensable. Los hongos son omnipresentes en la naturaleza, existen en el suelo, el agua, el aire, las plantas y los animales. Si bien muchos hongos desempeñan funciones beneficiosas en los ecosistemas, otros pueden causar infecciones graves en humanos y animales. Debido a que los hongos pueden cruzarse fácilmente entre diferentes especies y entornos (saltar las interfaces entre especies), One Health considera todos los posibles reservorios y fuentes de infección, incluidos los factores clínicos y ambientales.
La nueva lista de patógenos fúngicos priorizados de la OMS es un paso crítico hacia el avance de los enfoques de One Health para las enfermedades fúngicas. Al identificar las amenazas más significativas y urgentes, esta guía puede ayudar a centrar la atención y los recursos en las áreas que más necesitan acción. Además, la lista sirve como un claro llamado a la acción para que los investigadores, los funcionarios de salud pública y otras partes interesadas trabajen juntos para desarrollar estrategias para prevenir y tratar las infecciones fúngicas.
Sin embargo, aunque la lista de prioridades de la OMS es una herramienta valiosa, no deja de tener sus limitaciones. Por ejemplo, es posible que la lista no capture todas las amenazas emergentes o reemergentes, ni refleje necesariamente las necesidades específicas de todas las regiones o poblaciones afectadas por infecciones fúngicas. Además, priorizar ciertos patógenos puede desviar la atención y los recursos de otras áreas importantes de investigación o intervención.
Por lo tanto, es importante ver la lista priorizada como un punto de partida, en lugar de una solución integral, para abordar los impactos en la salud de los patógenos fúngicos. Al continuar utilizando los enfoques de One Health para comprender la compleja ecología de las infecciones por hongos y trabajar en colaboración para desarrollar soluciones innovadoras, podemos avanzar en la reducción de la carga de enfermedades fúngicas en la salud humana y animal en todo el mundo.
Para cerrar esta columna de opinión, les presentaré un escenario real actual de las grandes crisis que pueden generar las infecciones micóticas cuando los sistemas de salud siguen en la ceguera mediática. Recientemente “The Washington Post” público un artículo titulado “Un hongo asesino se ha extendido en África, llevando a más anfibios a la extinción” donde expone cómo la micosis denominada quitridiomicosis (agente causal: Batrachochytrium dendrobatidis, transmite sus esporas infecciosas a través del agua) lleva dos décadas azotando la importante diversidad de anfibios del continente africano (ranas, salamandras y cecilias), muy probablemente impulsada por los viajes aéreos y el comercio de animales y alimentos. Resulta que este hongo se suponía era benigno y muy común, pero en definitiva ahora es altamente virulento y mortal para los anfibios.
Y es que este mismo hongo acabó con las ranas de la Sierra Nevada (USA) entre el 2004 y el 2008; por estas razones los expertos lo consideran la principal causa del camino a la extinción del 41% de las poblaciones de anfibios del planeta. Esta terrible situación ecosistémica nos debe dejar pensando: somos increíblemente afortunados que Batrachochytrium dendrobatidis no afecte a los mamíferos, ¿y cuándo lo haga?.
* Profesor MVZ. Esp. MSc. PhD. Universidad de los Llanos