Por: Dumar A. Jaramillo-Hernández
Universidad de los Llanos (Villavicencio, Meta, Colombia)
Desde 1765, como humanidad, hemos ido descubriendo diversas formas de obtener la energía que nos ha permitido “mejorar” en nuestro bienestar, indiscutiblemente a la par de estos procesos industriales, los descubrimientos en ciencia han cimentado nuestro proceso evolutivo de mejorar las condiciones de salud y vida para la mayor parte de población mundial. Desde 1765 iniciamos con el descubrimiento del carbón, su extracción en masa y el desarrollo científico de los motores a vapor; posteriormente el gas, electricidad y petróleo (1870) tomaron su puesto como la segunda revolución industrial, a la par la creación del motor de combustión, telégrafo y teléfono dinamizó el mundo moderno. Ahora, no solo hablábamos de extracción primaria y extractiva de carbón en masa, la humanidad cimentaba las bases de la producción masificada.
Para 1969 la energía eléctrica y la nuclear sustentaron la tercera revolución industrial, hemos sido testigos los devastadores desastres medioambientales de estas transformaciones energéticas asociadas a estas tres revoluciones industriales; para el nuevo siglo XXI, en teoría evolutiva los Homo sapiens “sapiens” (si, ese último “sapiens”, juega un papel preponderante) como especie comenzamos a explorar sentimientos extrapolados en el otro, y no solo en el otro humano, sino también con demás seres del entorno y el entorno mismo, es así que para el año 2000 nace la cuarta revolución industrial sustentada en las energías renovables (ej., solar, eólica y geotérmica). En algún momento debíamos parar o medianamente regular la carrera de destrucción masiva de todo, pensando que hacemos parte del todo y necesitamos del todo para subsistir. A la par de esta reflexión profunda del “sapiens” extra como especie, surge la tecnología digital, la intrincada del internet industrial de las cosas, la tecnología de la nube y la inteligencia artificial; donde nos situaremos en esta nueva columna de opinión.
Como soporte teórico en este tema de tecnologías emergentes 2023, utilizaré el informe insignia de junio 2023 del Foro Económico Mundial y la editorial de ciencia abierta Frontiers: “Top 10 Emerging Technologies of 2023” (Las 10 Tecnologías Emergentes de 2023). En un mundo cada vez más caracterizado por la velocidad de los cambios tecnológicos, la anticipación y comprensión de las tendencias emergentes se vuelven cruciales, donde es imperante que conozcamos y pensemos a las tecnologías que tienen el potencial de cambiar nuestra sociedad en los próximos tres a cinco años, o sea ya. Cambios del planeta y las personas desde la prosperidad, la industria y hasta la equidad.
¿Equidad? se preguntarán, déjeme y le explico brevemente: Resulta que el poder de la tecnología llega a unir a las personas en todo el mundo, eso significa una ilimitada transmisión de conocimiento a través de plataformas digitales, acción que demuestra cómo la tecnología puede acortar distancias y abrir nuevas puertas para el entendimiento global, sí, la equidad del conocimiento (por fin Martín Lutero descansa en su tumba, “de todo para todos”, bueno, por lo menos de conocimiento).
En el libro titulado "La Cuarta Revolución Industrial", Klaus Schwab (2016) aconsejó a la humanidad que "tome el cambio tecnológico dramático como una invitación a reflexionar sobre quiénes somos y cómo vemos el mundo". Así mismo, el informe "Las 10 Tecnologías Emergentes de 2023" es una respuesta continua a esa invitación para mejorar el estado del mundo y los seres que lo habitan. Los impulsores detrás de las innovaciones destacadas de la cuarta revolución industrial son la aceleración de la conectividad global, el auge de la inteligencia artificial, junto con la convergencia de los mundos físico, digital y biológico.
En consonancia con la cuarta revolución industrial, varias de las 10 tecnologías emergentes de 2023 utilizan datos y computación para mejorar la salud pública, por ejemplo, cómo se podría con la inteligencia artificial mejorar la prestación de servicios médicos, especialmente para aquellos que viven en áreas con recursos limitados. Así mismo, cómo las baterías flexibles están alimentando tecnologías ponibles (“wearables”, o tecnologías que podemos llevar “puestos”, ej., reloj inteligente) y pantallas flexibles que permiten dispositivos médicos ponibles y sensores biomédicos; y cómo la electrónica neural de próxima generación puede interactuar de manera más segura con millones de células a la vez.
Con los problemas de salud mental más apremiantes en el mundo post pandémico, los espacios compartidos virtuales en el metaverso están facilitando el alcance global para ayudar a quienes lo necesitan. Ejemplo de ello, es cómo la "spatial omics" está creando una nueva generación de atlas celulares a nivel molecular para ayudar a desentrañar los misterios de la vida. En un enfoque novedoso para el tratamiento, los investigadores están diseñando virus, llamados fagos, para mejorar la salud humana, animal y vegetal.
Más allá de la comprensión y el tratamiento de las enfermedades, la rápida aparición pública de la inteligencia artificial (IA) muestra un potencial para mejorar significativamente el acceso e implementación del conocimiento humano. La IA generativa, personificada en ChatGPT y Bard (entre otros), ha demostrado la capacidad de crear contenido social y técnico original en segundos. Estas habilidades se desarrollaron a partir de modelos entrenados con un vasto contenido informativo extraído de la web. Sin embargo, es importante ser consciente de los problemas sociales creados por estas capacidades "superhumanas".
El bienestar humano también requiere, en última instancia, un planeta saludable. Para abordar esta necesidad, el "top 10" incluye sensores de plantas ponibles, que permiten aumentar la producción de alimentos al mejorar la salud de las plantas. Con el impacto del cambio climático cada vez más grave, dos innovaciones citadas ofrecen avances: el combustible de aviación sostenible, elaborado a partir de fuentes biológicas o no biológicas, y la informática sostenible, que está allanando el camino hacia centros de datos con emisiones netas de carbono cero. Sin embargo, se requiere mucha más innovación para mitigar esta amenaza existencial para la humanidad.
Estas tecnologías innovadoras, diversas y prometedoras desde su potencial transformador están destinadas a dejar una huella indeleble en nuestras vidas. Y de nuevo, estos informes mundiales que reúnen expertos en diversos temas de interés no son sólo para leerlos y saber al respecto, se estructuran para que los líderes empresariales y los encargados de tomar decisiones políticas en los diversos estados (principalmente países empobrecidos como el nuestro) tengan una hoja de ruta para abrazar, desarrollar y apersonarse de estas tecnologías emergentes; guiando su implementación de manera responsable en las diversas sociedades de acuerdo a sus prioridades.
Por supuesto, la tecnología tiene el potencial de transformar industrias, impulsar economías, mejorar vidas y proteger el planeta; pero su éxito depende de cómo se diseñan, escalan y despliegan de manera responsable. Es decir, de cómo los líderes gubernamentales construyen mancomunadamente con sus sociedades procesos y procedimientos en contexto, de cara a desafíos históricos de mejora de vida y llamados a la acción de los tiempos modernos.
Como sociedad, tenemos un papel activo en dar forma a cómo estas tecnologías emergentes influyen en nuestras vidas y en el mundo en general con un beneficio para todos. La innovación y la responsabilidad deben ir de la mano a medida que avanzamos hacia un futuro impulsado por la tecnología; ese futuro está en nuestras manos, y está impulsado por la colaboración, la innovación y la responsabilidad; donde el ser responsable indica saber, obliga a cuestionar y conduce a mejorar.
La cuarta revolución industrial y las tecnologías emergentes de 2023 nos desafían a reflexionar sobre quiénes somos y cómo vemos el mundo en un contexto de cambio tecnológico vertiginoso. Estas innovaciones tienen el potencial de mejorar nuestras vidas, pero también plantean desafíos éticos y medioambientales que no debemos pasar por alto. La reflexión y la responsabilidad son esenciales mientras avanzamos hacia un futuro cada vez más interconectado e impulsado por la tecnología.