Por Óscar Montero
¡Que se escuche el rugir de la Tierra, que se escuchen las voces de sus guardianes que desde el Corazón hablan de la profundidad de la Vida! Dispongámonos a ESCUCHAR las lenguas de la Madre.
Un 21 de julio de 2012, nació mi Hija Suri Dahiana Montero Chate, ella hija del viento y la tierra por el tiempo en el que nació es Kankuama y Nasa, desde que estuvo en el vientre de la madre, nos encomendamos a nuestros Mamos y mayores espirituales para que Suri, nombre en su idioma Kakatwtwkwa uno de los idiomas que se revitaliza en la memoria colectiva del Pueblo Kankuamo fue el nombre designado por la espiritualidad de mi pueblo para Ella, no era cualquier nombre, ella representaba desde su origen y su nombre la Madre de los Cantos, en honor a Suribaka, sitio sagrado de los 4 Pueblos Indígenas de la Sierra Nevad de Gonawindúa, su nombre parece tan sencillo, pero muy sagrado y significativo, además con una responsabilidad de cuidar los cantos y los pájaros que nos armonizan la vida; al momento de registrarla en la notaría de la Registraduría Nacional, encontramos una limitante, Suri se escribe con U partida como decimos coloquialmente en la Sierra, donde las máquinas de escribir y ni los computadores tenían esta letra para poder colocar su nombre de manera real.
Yo reclamé el derecho que tenemos de colocar nuestros nombres en nuestros propios idiomas, pero nos dimos cuenta que aun estando la Ley que lo permitía no era suficiente para poder materializar su derecho a un nombre en su idioma, es evidente que por un lado los medios no están adecuados para los idiomas nativos del país y por otro lado la institucionalidad no conoce de las normas en este país que permiten materializar la diversidad lingüística de la nación. Logramos con la concientización del registrador y funcionarios colocar después de 10 intentos en la máquina de escribir colocar un guion en medio de la U, para que fuera U partida, nos fuimos contentos y felices, pero 7 años después nos dimos cuenta que fue un trabajo manual, pero que de manera digital nunca quedo; situación que nuevamente vulneró su derecho a su nombre, porque ni en su tarjeta de identidad y menos en su pasaporte esta su nombre como lo ordena nuestra Ley de Origen. Falta mucho en este país para que nuestros derechos se puedan ver reflejados en el Estado colombiano, guardamos la esperanza de que el cambio se vea en lograr que realmente seamos una nación plurilingüista y multicultural.
Por ende, todos los 21 de febrero de cada año se debe conmemorar el Día Internacional de la Lengua Materna, reconocido así por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y en Colombia el Día Nacional de Lenguas Nativas, como un día de recordarle al país su compromiso cada día por garantizar los derechos a los Pueblos Indígenas, en este caso su derecho al uso de su idioma.
Nuestro país, es uno de los que cuenta con mayor riqueza lingüística en el mundo, son 70 Lenguas las que se hablan en Colombia, 65 las habladas por los Pueblos Indígenas, el Rromaní por el Pueblo Rrom, el Creole por lo raizales en San Andrés Islas y Santa Catalina, el Palenquero en San Basilio de Palenque en Bolívar la Lengua de Señas y el Español.
Esta riqueza lingüística nos hace únicos y diversos, pero también nos hace responsables de la importancia de cuidar, salvaguardar, enseñar, fomentar y conservar el patrimonio que nos han dejado como legado nuestros ancestros, hoy llamado a ser protegidos desde la Ley de Lenguas Nativas, la 1381 de 2010.
Esta riqueza hoy en Colombia como en otros tiempos está amenazada, por varias razones que persisten en el país, tales como la violencia y la desproporcionalidad del conflicto armado que mata a los Pueblos Indígenas y sus hablantes y poseedores de las lenguas de vida, el racismo y la discriminación que ignora e impone el español como única lengua franca como en la época de la Colonia y la reciente época antes de la Constitución Política de Colombia de 1991, en donde la iglesia católica tenía la responsabilidad de "educar a los salvajes", entre otras imponiendo el español y lograr acabar con las lenguas nativas consideradas como del mal, del diablo poco a poco.
"Misionalidad" que estaba respaldada por la Constitución Política de 1886, y que cambio con la nueva y vigente Constitución Política de 1991 en su artículo 10: "El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. La enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas propias será bilingüe".
Cabe resaltar, que el artículo anterior indica “oficiales en sus territorios” como si los Pueblos Indígenas pudiéramos hablar nuestros idiomas solo allá en los resguardos, donde además se le suma el reto del bilingüismo que hoy sigue tejiendo y materializándose en los territorios con el Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP), como una de las principales bases de la educación de los pueblos y de su resistencia continua.
Las Lenguas Nativas, lenguas de vida de los Pueblos Indígenas son el corazón de la cultura de los pueblos, la lengua en los Pueblos Indígenas no solo es hablar, es interpretar lo que la Madre Tierra nos enseña en cada amanecer y atardecer, en cada lluvia, en cada tiempo de la luna, es lo que expresamos en los tejidos, son las señas que nos da el cuerpo y los sueños que nuestros antepasados nos trasmiten para prevenir las desarmonías o para el vivir bien.
Esos sueños y señales son la constitución propia de las memorias vivas de los Pueblos Indígenas, las lenguas indígenas o quizás políticamente más apropiado, los idiomas indígenas, porque también son idiomas en esta reivindicación constante, que hace parte de nuestra lucha diaria en contra del racismo estructural y el racismo epistémico. Deben ser considerados así y llamados a ser protegidos por el Estado colombiano, no solo para que sean hablados por los Pueblos Indígenas, sino para que la sociedad colombiana se dé la oportunidad de hablar sus propios idiomas, esos de raíz que se hablan desde el corazón de la Tierra.
Asimismo, los idiomas de los Pueblos Indígenas han sido una de sus formas más propias de resistencia desde lo cultural y espiritual, dado que el hecho de mantenerlas en muchos casos ha evitado asesinatos y reclutamientos forzados, es decir han servido de autoprotección; en otras situaciones lastimosamente ha sido motivo suficiente para asesinar y generar desolación, por el solo hecho de no entender o hablar el español, casos puntuales cuando miembros de Pueblos Indígenas llegan a las grandes ciudades para acceder a servicios de salud y mueren por el simple hecho de que no hay traductores en estas instituciones, aun siendo esto una obligación de cumplimiento en la Ley de Lenguas Nativas.
Esa protección es la que busca y debe ser una realidad desde el Plan Decenal de Lenguas Nativas en Colombia, un plan que los Pueblos Indígenas exigimos sea para la Vida, porque es hora de que la Colombia potencia mundial de la Vida permita que realmente seamos una sociedad plurilingüista, donde se hablen todos los idiomas, donde se hable con y desde el corazón.
¡Cada vez que asesinan a un indígena, asesinan con él su lengua y sus sistemas de conocimientos, es hora de parar la guerra y que nuestras voces no se cansen de tejer palabra a palabra la memoria viva de nuestros Pueblos!