Por: Óscar David Montero De La Rosa, Líder Indígena del Pueblo Kankuamo.
Los Nukak siguen diciéndole al mundo que solo quieren seguir caminando y viviendo en su selva, los Nukak le dicen al mundo que los dejen en paz, que les permitan vivir tranquilos en su territorio sagrado.
Los Nukak Baka, son la gente verdadera, un Pueblo Indígena nómada que ha vivido históricamente en las selvas del departamento del Guaviare. Fueron “contactados” por occidente en la década de 1980, desde su primer encuentro con la sociedad “occidental” o “mayoritaria”, empezó su exterminio físico y cultural.
En esa época eran aproximadamente 1300 Nukak, hoy, 30 años después, son menos de 600. Un claro genocidio, un claro ejemplo del Estado fallido de Colombia para atender a uno de los últimos pueblos nómadas que se conoce en Abya Yala.
Y es que los Nukak han sido “los conejillos de indias” del Estado Social de Derecho, de la institucionalidad colombiana que no ha sido capaz de entender su forma de vida y su cultura. Los Nukak son uno de los 115 Pueblos Indígenas que habitan Colombia, uno de los 75 Pueblos que hoy están en riesgo inminente de desaparecer. Hoy como ayer siguen siendo desplazados y confinados por la guerra en su territorio ancestral que no permite que sigan practicando su vida nómada, su territorio está en disputa con los colonos, las guerrillas, la fuerza pública y el narcotráfico. Los Nukak están en el punto más crítico de su existencia.
Sus abuelos y abuelas han muerto por negligencia del Estado, por racismo y discriminación en donde hoy habitan desplazados. Sus jóvenes y niñas están condenadas a dejar de ser Nukak, a dejar de ser la gente verdadera que camina y conoce la selva. Hoy los Nukak se suicidan por no soportar tanta barbarie en contra de sus vidas, hoy los Nukak comen de los desperdicios y de la basura que encuentran en la calle o que les regalan en la ciudad, hoy los Nukak asisten a una problemática de drogadicción y alcoholismo; y como si fuera poco hoy las niñas y mujeres Nukak son violentadas, violadas y el botín de guerra por cualquier actor armado y no armado que se cree dueño de sus cuerpos y sus vidas.
Hay autos como el 173 de 2012, de seguimiento al auto 009 de 2009, que ordena la protección y salvaguarda inmediata a la vida del Pueblo Nukak, pero siguen estando solo en el papel, porque a los Nukak los siguen MATANDO, tanto las palabras como el olvido y la negligencia del Estado. Se espera que hoy el caso étnico 009 de 2022 de la Jurisdicción Especial para la Paz, permita juzgar, investigar y sancionar los graves hechos que se siguen cometiendo en su contra y que este permita parar tanta desarmonía.
Las niñas y mujeres Nukak son las hijas de la selva que al igual que en la época de la “conquista” cuando eran vistas como salvajes y desnudas, hoy siguen siendo vistas por muchos como “nuestras niñas y mujeres”, como si tuvieran dueño. Las niñas y mujeres Nukak son la pervivencia de su pueblo, sin ellas la existencia de sus vidas se va extinguiendo en el tiempo y en el espacio.
Ojalá que esta sea la oportunidad para que siguiendo el auto 092 de 2008 se implemente un plan de acción para las niñas y mujeres Nukak que siguen siendo víctimas del conflicto armado interno de este país que no acaba.
El Pueblo Nukak no sabe de autos y leyes, y no debería saberlo; aun así, han hecho todos los esfuerzos para entender el mundo de afuera que los condena al genocidio, el Pueblo Nukak sabe tejer, sabe de la selva, sabe cantarles a los espíritus de los mundos, el Pueblo Nukak merece vivir en tranquilidad, merece seguir caminando las selvas con sus flechas y canastos como la primera gente que existió en la humanidad.
A la gente verdadera la paz no les ha llegado, a la gente de la selva la paz sigue siendo un sueño; a los Nukak y a los Pueblos Indígenas de Colombia la Paz total debe ser una realidad, debe ser la armonía y el equilibrio que permita a los hijos de la tierra seguir tejiendo esperanza y futuro para la vida. Tener paz total para los Nukak es escuchar su verdad, es hacer justicia social y climática contra los que se adueñan se sus vidas y cuerpos.
El llamado que seguimos haciendo es: quítennos las manos de encima, permítannos seguir cantándole y danzándole a nuestros padres y madres espirituales; no acaben con la primavera, no acaben con la selva escondida que se resiste a ser EXTERMINADA.