¡530 años de Lucha que continuará hasta lograr la Paz…!
Por: Óscar Montero
“Somos las semillas que aún resisten ante tanta barbarie, somos la semilla de la Paz” 1
Aquel 12 de octubre de 1492 “nacieron los males, cuando desde Europa llego el español, y manchó de rojo mis bosques salvajes” dice el himno de la gloriosa Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Y fue desde ese día que los pájaros no volvieron a cantar tranquilamente en las tierras del cóndor, la anaconda y del maíz; esa tierra que denominaron “América” y a sus habitantes llamaron “indios”, hoy indígenas.
Aquí no existía lo que hoy conocemos como Colombia, esto fue un invento para imponer otras lógicas políticas y administrativas de “organizar” el territorio, distinto a los ordenamientos territoriales ancestrales que ya existían en esta gran tierra que los Gunadule, habitantes de lo que hoy se conoce como Colombia y Panamá, nombraron Abya Yala (tierra en completa madurez). Los territorios estaban y siguen estando demarcados por los ríos, los mares, los desiertos, las montañas y las selvas, en su ordenamiento natural.
De esta supuesta “conquista” hoy sobrevivimos 115 Pueblos Indígenas u originarios en Colombia de los que, según el primer Informe de Memoria Histórica: Tiempos de Vida y Muerte: Memorias y Luchas de los Pueblos Indígenas en Colombia tejido por la ONIC en conjunto con el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) publicado en 2019, más de 70 pueblos se encuentran en exterminio físico y cultural a causa de la violencia estructural y la desproporcionalidad del conflicto armado y social en el país, situación que igualmente ratifica el capítulo étnico de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV), Resistir No es Aguantar.
Son 530 años de lucha y resistencia de los Pueblos Indígenas para reivindicar sus derechos en un país que se reconoce multiétnico y pluricultural, pero que aún está lejos de entender su diversidad étnica, territorial y lingüística; a pesar de que ya la Constitución Política de 1991 así lo mandata, entre otras por la incidencia y exigencia de los mismos Pueblos Indígenas en la constituyente. Nada ha sido regalado, todo se ha logrado en el marco de la lucha, la unidad y la organización de los pueblos.
Ni la “Conquista”, la Colonia, la República, la “Independencia” y el Bicentenario han podido doblegar y homogenizar la gran diversidad de los Pueblos Indígenas existentes en el territorio nacional, pero existir en Colombia como pueblos nos ha costado hasta nuestra propia vida; que nos ha llevado a un exterminio físico y cultural hoy catalogado como un genocidio que no termina y que acaba no solo con nuestra existencia, sino con la de nuestro territorio, autonomía, cultura y unidad aún en tiempos de paz.
Lo anterior se evidencia en las cifras del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas de la ONIC, que en el mes pasado de septiembre reporto que en total 6134 indígenas fueron afectados en 49 hechos victimizantes, principalmente en las regiones Pacífica y Andina de Colombia, siendo Chocó (2657 víctimas), Antioquia (2001 víctimas) y Nariño (1433 víctimas) los departamentos más afectados; y dentro de estos los Pueblos Indígenas Embera (4659 víctimas) y Awá (1433 víctimas) los mayormente violentados.
Todo este cúmulo de violencias es el resultado de un Estado al que, en toda su historia, no le ha importado la existencia de los Pueblos Indígenas, pero hoy llegó con fuerza un nuevo gobierno, al cual el movimiento indígena apoyo férreamente, un gobierno del cambio, un gobierno del pueblo; que ha acertado en algunas acciones en pro de superar la violencia en el país, el racismo, la discriminación y la desigualdad. Hay esperanzas y la gente indígena tiene la esperanza de que el nuevo gobierno materialice su palabra de convertir a “Colombia en Potencia Mundial de la Vida”, y lo cierto es que hoy los Pueblos Étnicos estamos en la agenda pública para la transformación estructural del Estado. Esto se ha venido viendo reflejado con la participación de liderazgos indígenas en altos cargos del gobierno, que contra todo pronóstico está dejando un precedente histórico en Colombia de participación, igualdad y reconocimiento, ejemplo de eso es que se nombró a Leonor Zalabata, mujer Arhuaca como Embajadora de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), histórico, porque es primera vez que una mujer indígena llevara la voz de la paz y la Madre Tierra al mundo. De igual manera en temas álgidos, como el de víctimas y restitución de tierras, se nombró de directores a Patricia Tobón Yagarí, mujer Embera Chamí, en la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV), y al líder indígena del Pueblo Nasa, Giovanni Yule, en la Unidad de Restitución de Tierras (URT).
Si bien esto es un reconocimiento a la lucha y resistencia indígena en Colombia, hay que dejar la claridad que los Pueblos Indígenas tenemos nuestro propio gobierno, un gobierno que mantendrá un diálogo armonioso de gobierno a gobierno. Y no somos gobierno y no podemos ser gobierno, porque nuestro gobierno es el de las piedras, el agua, el viento, el fuego, los pájaros; es el gobierno que está en el territorio, materializado en la Ley de Origen, el Derecho Mayor y la Ley Natural de cada Pueblo Indígena que hoy sobrevive en Colombia.
Finalmente, conmemoramos que cada 12 de octubre sea el día para reivindicar nuestros derechos individuales, colectivos y territoriales, que sea el día para recordarle a la sociedad colombiana que llevan en su sangre los genes de los hijos de la tierra, y que por más duro que se lea, son producto de esa violación sistemática que, ayer como hoy, hacen contra las mujeres indígenas. Somos la memoria viva que le recuerda a la humanidad que no habrá paz, sino es con todos los seres de la Tierra y con la Madre Tierra.
Aquí quien escribe un hijo de esta lucha, de esta resistencia, pero también de este genocidio que no acaba contra nuestras vidas, que seguirá reescribiendo nuestra historia desde el sentir, pensar y accionar la palabra colectiva de los Pueblos Indígenas.
¡Ya llegará el día en donde la mañana serena de la noche abrirá paso a la luz brillante del ¡sol para que por fin podamos despertar en tranquilidad!
[1] Por: Óscar David Montero De La Rosa, Líder Indígena del Pueblo Kankuamo.