Mauricio Jaramillo Jassir
Profesor de la Universidad del Rosario
@mauricio181212
Esta semana ocurrió un incidente lamentable para la libertad de prensa a raíz de un video que publiqué en la red social X, explicando la gravedad del acto de censura de Luis Carlos Vélez contra la ministra de agricultura Jhenifer Mojica. Enseguida recibida una andanada de reacciones poniendo en tela de juicio mi probidad para opinar sobre ese caso, pero incluso inmiscuyéndose en mi labor en RTVC como conductor de un programa. El incidente revela la forma cómo ante cualquier crítica, una parte del establecimiento de medios reacciona con todo su poder a través de influenciadores, canales hegemónicos y hasta políticos para un linchamiento mediático que sirve de lección a terceros. Cuando quise enviar una columna de opinión relatando los hechos -como todos los jueves- a RCN fui notificado que no sería posible, porque en ella haría señalamientos frente a dos comunicadores del canal. Acepté y respeté la decisión. Me dispongo a publicar ese texto rogando leerlo con calma y ojalá entendiendo que vivimos un momento crítico y decisivo donde está en juego la democracia y el acceso a la información.
Se cumplía un año desde que empezara a escribir una columna todos los jueves para NoticiasRCN que siempre puntualmente, jamás falté a mi compromiso -salvo el jueves santo-. Empezaré por aclarar que nunca me he sentido censurado. Decidí aceptar la invitación que amablemente me extendió Santiago Ángel porque creo necesario enriquecer los espacios de opinión con voces diversas. A Santiago lo admiro y respeto, pues, aunque tengamos puntos de vista antagónicos, tuvo el valor de invitarme a debates y como experto en temas nacionales e internacionales. A raíz de incidentes en los que fui señalado de activista, decidí no seguir contribuyendo con ese texto semanal. Agradezco a las personas que hubiesen pasado por ella y espero que nos sigamos leyendo en otros espacios, por ejemplo, acá en Raya.
El incidente comenzó el miércoles cuando publiqué un video criticando la censura que ejerció Luis Carlos Vélez en La FM contra la ministra de agricultura, Jhenifer Mojica. Acudí a tres argumentos. La correlación de fuerzas en favor del periodista que no sólo controla quién y cuándo se habla, sino en su condición de jefe del equipo que hace la entrevista, posición doble de poder; Mojica no hizo ningún señalamiento, solo una deducción por la línea editorial de Semana y la FM y la forma cómo han cubierto el decreto que norma la movilización campesina. Convertir una deducción en una supuesta acusación contra periodistas, habla de la predisposición de quien entrevista o de la impericia en nociones sobre lógica y retórica; y, una vez más, quedó comprobado que algunos medios (no todos) confunden diálogo con interrogatorio. El entrevistado debe limitarse a contestar como si estuviera en un juicio o en esos programas donde se imita la escenografía cinematográfica de los juzgados y una superjueza “administra justicia”. Al entrevistado se le vulneran sus derechos y se la arrebata la posibilidad de contrapreguntar, argumentar, se la interrumpe constantemente y, como el miércoles pasado, se le saca del aire. La andanada de titulares posteriores con los que Semana, La FM y Pulzo atacaron a la ministra, comprueba el desequilibrio de fuerzas.
Enseguida vinieron las reacciones a mi video, entre las que destaco la de Santiago Ángel. Argumenté sin descalificar e incluso cuando lo fui, llamé a la serenidad. Me gané la etiqueta de “activista” y como supuesta prueba irrefutable de lo anterior fue evocado mi trabajo en RTVC. Contesté con aplomo pidiendo argumentos, pero no hubo rectificación o contraargumento. Debo recordar que “En contexto”, programa que dirijo por Señal Colombia, ha tenido 6 emisiones, cualquier persona puede asomarse para ver que jamás ha sido megáfono del gobierno. Recordé la forma como vienen expertos de la academia y explican una noticia nacional o internacional, formato que no existe en la parrilla actual de medios. Santiago ha reconocido no haber visto un solo minuto de esas emisiones, aún así, no rectificó y el trino sigue al aire. No le pido que asuma esa responsabilidad como periodista, sino como ciudadano respetuoso de la ética o lo que el lenguaje deportivo llamaría “juego limpio”. Quien lea esto estará confundido ¿qué tiene que ver mi video señalando que hay censura con mi trabajo en RTVC? Me pregunto lo mismo y la respuesta es evidente, las reacciones fueron una retaliación. No se habló de mis argumentos que, en ningún momento suponían descalificación de los periodistas en cuestión, y se prefirió atacar mi condición, una falacia constante en las redes. En medio de la discusión ocurrió algo que me genera temor. El aterrizaje forzoso de un político del Centro Democrático a quien han encargado de esculcar en la vida de cualquier “rival político” para hallar algún elemento de descalificación (me recuerda “Cinco esquinas de Vargas Llosa” y el modus operandi del fujimorismo). Al candidato le he debatido sobre el viaje de Francia Márquez al África, sus imprecisiones sobre la relación colombo-china y sus trinos abiertamente supremacistas. Jamás obtuve respuesta, pues hay activistas que solo funcionan en “modo 280 caracteres”. A Santiago y a Daniel Briceño les recuerdo que llevo más de 15 años en la academia y les pregunto ¿Han leído alguna de mis tesis, artículos, libros o capítulos o han asistido a alguna de mis clases para afirmar con fundamento que hago activismo desde la academia? No es la primera vez que se alude a mi trabajo como profesor para descalificarme y pasar el mensaje a la Universidad del Rosario donde enseño desde hace 15 años que yo debo ser despedido por mis posturas políticas. Etiquetar al Rosario en las críticas en mi contra se volvió una lamentable costumbre.
Algunos medios han descuidado su función social y radicalizado su discurso desde la llegada de Petro, estimulando un ambiente de censura y autocensura. Jamás, mientras estuve en RCN redactando la columna en cuestión, sentí limitaciones y Santiago Ángel, sin excepción, fue respetuoso de mis ideas. Pero fui víctima de censura en otro medio. El 2 de mayo, el portal Infobae me pidió una columna, un pedido habitual en esa época, pues había publicado varias reflexiones sobre el “antes” y el “durante” del gobierno. Me solicitaron un texto sobre el “balconazo” y como entregué uno que no era suficientemente agresivo decidieron no publicarlo, sin ninguna explicación. El texto ni siquiera era una defensa del gobierno al que, de todos modos, criticaba. Sin embargo, buscaban un experto que convalidara sus argumentos para dejar la idea de que lo que hizo en su momento el mandatario, era nocivo para la democracia con un argumento de autoridad. Lo anterior ilustra la forma como se piensa que la independencia significa estar siempre en contra del gobierno. En esa extraña ponderación quienes no sean suficientemente virulentos con Petro, son acusados de condescendencia o como en mi caso de “prepago”. Han convertido cualquier defensa del derecho a la información o de la democracia en una oda al petrismo.
Santiago Ángel también afirmó que en RCN se me han abierto todos los espacios. Me permito recordar, que no ha sido una concesión sino el fruto de mi trabajo y que, no en pocas ocasiones he sido consultado como analista, sin que se me haya endilgado el título de activista. Cuando opino o analizo en RCN, Caracol o El Tiempo soy un profesor que emite criterios, pero en RTVC, “hincha a morir de Petro”. Paradójico, pues en los medios tradicionales dejo ver mi posición política, mientras que, en los públicos, he conservado la mayor ecuanimidad, para la muestra basta revisar las emisiones de “En contexto” de conocimiento abierto con el perfil de mis invitados y el diálogo pedagógico.
He pedido con el respeto que me caracteriza a Santiago Ángel rectificar sus afirmaciones sobre mi trabajo en RTVC -sé de primera mano que no lo conoce-, además se trata de una difamación contra la gente que honestamente allí labora. Su trino no sólo atenta contra mi reputación como profesor y conductor ecuánime de un proyecto en ciernes, sino que confirma un mal que se ha vuelto común: llamar al diálogo, eso sí, sin rectificar, ni borrar en las redes las afirmaciones imprecisas o engañosas. Reitero que jamás dirijo la palabra sin estar presto a la respuesta y siempre mantengo la disposición al debate. Sin quieren consultarme, ya saben donde encontrarme.